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sábado, 8 de marzo de 2014

08 de marzo: Beato Faustino Míguez

*Xamirás (OR) 24-IV-1831
+Getafe 8-IV-1925

El Padre Faustino Míguez, nació el 24 de marzo de 1831 en Xamirás, parroquia del Ayuntamiento de Acevedo del Río, Diócesis de Orense. La mayor riqueza de sus padres Benito Mígeuz y María González, agricultores, es la fe. Abiertos a la naturaleza, a la vida y a Dios van acogiendo en su hogar los frutos de su amor matrimonial: Carmela, Antonio y el más pequeño, Manuel, nombre con el que el futuro Padre Faustino, fue bautizado al día siguiente de su nacimiento. Recibe el Sacramento de la Confirmación el 24 de octubre de 1832, cuando aún no había cumplido los dos años, coincidiendo con la Visita Pastoral del Obispo de Orense, D. Dámaso Iglesias Lago.

La vida de Faustino transcurre entre el estudio, la colaboración en las faenas del campo, el encuentro con los amigos, los buenos ratos en pandilla y la oración, como cualquier muchacho de su edad, inquieto, despierto, solidario y alegre compañero. En 1850 ingresó en la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, al sentirse llamado a la vida consagrada. Aunque para ello tuvo que vencer la resistencia de sus padres que tenían otros planes para él. Tomó el hábito en el colegio de San Fernando de Madrid, con el nombre de Faustino de la Encarnación. En 1853 hizo la Profesión Solemne y en 1856 se ordenó de Presbítero. Durante algún tiempo fue profesor en el Colegio de Guanabacoa, en Cuba, donde comenzó a entusiasmarse por los estudios de Botánica y a dedicarse a una actividad que, con el tiempo, habría de constituir una de sus ocupaciones predilectas: la recogida y distribución de hierbas medicinales, que curaban múltiples dolencias y con las que sanó a importantes personalidades de la época.

Cuando volvió a España, residió en diversas comunidades de su orden, cumpliendo siempre con su cargo de profesor de ciencias y, en alguna ocasión, el de director de los alumnos internos, para los que fue amigo, padre, madre, compañero y consejero. Al mismo tiempo, para ayudar a los enfermos se dedicó a la preparación de productos fitoterapéuticos, con los cuales obtuvo curaciones sorprendentes. Este trabajo le proporcionó una amplia clientela, una gran fama y grandes ingresos provenientes de aportaciones voluntarias, pero también atrajo sobre él críticas y oposiciones, que supo sobrellevar con una gran serenidad y fortaleza.

En 1885, estando destinado en la comunidad de Sanlúcar de Barrameda, con el beneplácito de su Superior General y con la aprobación canónica del Arzobispo de Sevilla, fundó la Congregación de Hijas de la Divina Pastora para el cuidado y la educación de las niñas pobres. El Padre Faustino al mirar a las niñas descubre en ellas: Al "Apóstol de la familia". "La prosperidad de la religión ha estado siempre en razón directa de la virtud del sexo femenino, de esas almas elevadas, de esas heroínas que tan bien se forman en el hogar doméstico cuando la madre es lo que debe ser y desempeña en aquél las funciones de apóstol que le corresponden." "La parte más interesante de la sociedad." "Instruirlas en cuanto pueda hacerlas buenas cristianas, buenas hijas, buenas esposas, buenas madres y miembros útiles de la sociedad de que deben formar un día la parte más interesante" "La portadora de paz". "Vuestras familias ya os miran como ángeles de paz que atraeréis sobre ellas las bendiciones del cielo y se recrean desde ahora al divisar en lontananza la felicidad de las que debéis formar con vuestras virtudes cuando lleguéis a tomar estado." "El alma de la familia". "Comprendan que deben huir de cuanto pueda hacerlas menos dignas del alto destino que tal vez les espera, de alma de la familia y decoro de la sociedad." Sin descuidar sus otras ocupaciones, ayudó y gobernó a esta nueva familia religiosa con gran solicitud y prudencia, encontrando también aquí no pequeñas dificultades.

En 1888 le destinaron a la comunidad de Getafe, cerca de Madrid, en el que permaneció hasta su muerte, dedicándose a la enseñanza (que abandonó al cumplir los sesenta años), a sus estudios, al cuidado del Instituto que había fundado, al ministerio de oír las confesiones de los pecadores y dirección espiritual y a la actividad terapéutica. Tampoco aquí faltó la cruz de sus sufrimientos morales, a los que fueron poco a poco añadiéndose también los físicos, propios de su edad avanzada. Murió el 8 de marzo de 1925.

Las palabras del Eclesiástico, "hijo si te decides a servir al Señor prepara tu alma para la prueba", se hicieron realidad en su vida. Le llegó la cruz de la incomprensión de aquellos que no entienden ni están de acuerdo con que trabaje fuera del colegio atendiendo la escuela de amigas, principio de lo que en un futuro sería la institución de las Hijas de la Divina Pastora, y tampoco que se dedique a la educación de las niñas y esté en contacto con una Asociación de mujeres. Acepta la cruz de las críticas y denuncias de la clase médica de Sanlúcar de Barrameda por su atención y dedicación a los enfermos.

En su vida se hizo también presente la pesada cruz de ser de nuevo separado de las religiosas, en la crisis sufrida por el Instituto en 1923. El camino hacia la meta se hace cada vez más difícil, pero su profunda fe le hizo descubrir a Dios en el final y no dudó en seguir avanzando por él a pesar de todo. El Padre Faustino acepta todas las pruebas como don de Dios, pues en medio de ellas intensificó su relación con El. El lema que puede resumir su vida es "amar y sufrir". Desde su profunda experiencia de que Dios le ama, sólo le queda ofrecerse al amor para que haga con él lo que quiera. Los que estuvieron a su alrededor le recuerdan sereno y en paz: " Y supe de las muchas contrariedades y tribulaciones, que había tenido que sufrir por Cristo. Comprendí que la santidad verdadera lleva el sello de la cruz. Me cautivó su vida callada, sufrida, paciente, eucarística y mariana.".

(fuente: www.escolapiostd.es)

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